No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Los Tuareg dicen que en el desierto, caminando entre la arena y el sol que quema la piel, se puede ver el alma del hombre noble y que esta vuela en la noche para convertirse en estrella del firmamento y así no perderse en el rumbo de la vida.©
Extracto de “El desierto un viaje desconocido” del libro SER DE LUZ, Los escritos de Luhema.
Así con esta intensidad, cuando estaba más perdida, cuando más lo necesitaba llegaron estas sabias palabras a mi vida, y tiempo después escribí sobre esta experiencia
EL DESIERTO UN VIAJE DESCONOCIDO.
Quizá sea porque caminar bajo el sol del crudo desierto invita al recogimiento, al silencio, a la contemplación de uno mismo dentro del mundo, a caminar desprendido sin acarrear más peso que el necesario, tal vez sea por eso que el alma noble sale al encuentro de uno mismo.
Posiblemente todos nosotros en el vasto enjambre de la ciudad nos perdamos en nuestra vida porque nos distraemos con demasiadas cosas. En realidad nos perdemos dentro de nosotros mismos, dentro de nuestras carencias, de nuestras creencias, de nuestros deseos, invadiéndonos los espejismos.
Necesitamos llenarnos de silencios y colmarnos de aire puro para respirarnos y conocernos dentro de la fina arena del tiempo. Necesitamos mirar el gran manto de la noche, contemplar la luz de las estrellas que harán que no perdamos el rumbo de nuestra vida.
Necesitamos salir al encuentro del hombre noble que habita en nosotros.
LUHEMA
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