No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Las condiciones en las que vivimos en occidente nos han hecho ser de la manera que somos, unas veces rígidos de mente y otras sin embargo sin convicciones a las que enraizarse.
Nos creemos tan experimentados que muchas veces pensamos que tenemos razón, simplemente por el hecho de haber vivido lo suficiente y haber pasado por infinidad de experiencias, pero en realidad cuando pensamos de este modo nos estamos volviendo rígidos, quebradizos, estáticos, duros, monolíticos, nos solidificamos. Nuestra materia se vuelve mucho más densa y aferrada a los convencimientos con los que hemos crecido o con los que hemos sacado conclusiones personales, nos aferramos a los apegos, nos cerramos al aprendizaje e inclusive a intentar ver más allá de lo que creemos que es lo apropiado. Pero como digo siempre, no tenemos que entrar a enjuiciar nada, todo está ahí para que podamos aprender de ello y, todos absolutamente pasamos por períodos de rigidez mental y períodos de flexibilidad, y lo cierto es que al darnos cuenta de que cuando somos más moldeables vivimos sin tantos traumas a cuestas podemos reinventarnos e investigar dentro de parámetros para cuestionarnos y a la vez concedemos el privilegio de la duda. Desde esa mente flexible nos invade la fortaleza del bambú, manejable, suave, elegante, longevo.
Permanecer mucho tiempo en rigidez mental sabemos que nos causará quiebra, enfermedad, así que creerse dueño y sabedor de la verdad, como mantener prejuicios a determinadas cuestiones porque lo dicte una religión, por ejemplo, o considerar determinadas cosas como inamovibles, es determinar la estructura interna de una mente estrecha.
Desde la flexibilidad podremos acceder al hombre consciente y alcanzar la madurez, ya que nada permanece inmóvil, y permanecer en ese estado es fruto de la ignorancia y esta misma es la base del sufrimiento.
© Luhema
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