No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Si tu alma sonríe mientras se baña en la luz del Sol de tu vida,
si canta tu alma dentro de tu crisálida de carne y materia,
si llora en su castillo de ilusiones,
si pugna por romper el hilo argentino que la une al maestro,
sabe, discípulo que tu alma es de la tierra.
Escogí adentrarme sola por un camino que nunca antes había transitado aunque me era familiar. El sendero era estrecho, con mucha maleza y hierba seca, el ambiente era neblinoso, no se podía ver con claridad y conforme me adentraba en él tampoco se podía escuchar nada, ni el canto de ningún pajarillo. Eso me extremeció, me pareció extraño y por un momento sentí frío por toda mi espalda al percibir que allí había una energía distinta . Hubo un punto de no retorno en el que no podía ver el comienzo del camino, ni el final del mismo.
Me paré, respiré y decidí adentrarme más y más hasta que por fin pude comprobar que el sendero que había tomado era el que me llevaba a explorar mis miedos, los más profundos y oscuros. ¡Tenía que vencerlos!
Una vez allí en medio de esa nada aparente, tuve que aferrarme a algo para poder vencer mis fantasmas y no desvanecerme pues sentía mucha presión, y entonces, me agarré a mi misma, a mi yo superior.Estuve un rato respirando vacío, soledad aparente sin saber si seguir allí o salir corriendo. Me tranquilicé y senté justo en una piedra que tenía la forma de un cuenco y se adaptaba perfectamente a mi espalda.¡Qué curioso! allí estaba esa especie de trono del reconocimiento. Me quedé ahí con los pies bien apoyados en el suelo y la cabeza mirando al cielo, cerré los ojos y dejé de pensar por un momento…
No sé lo que ocurrió, bueno, tal vez sí…, lo cierto es que me sentí bien, relajada.
Cuando solté los miedos, empecé a escuchar a los pajarillos, la neblina se alzó y débilmente empezó a filtrarse El Sol entre aquel paisaje solitario...
Salí de la senda y allí me esperaba mi compañero que me hizo esta foto. Me dijo que comenzaba a preocuparse por mi tardanza, pero para mí, apenas pasaron unos instantes desde que me adentré por ese camino.
Lo cierto es que salí de allí segura de mi misma, sin presión en el pecho, sin miedo en la mirada, tranquilamente sosegada.
De esto ya hace un tiempo, y creo que es bonito compartirlo ya que ayer puse un post sobre "el silencio de tu mundo sensorial " y cómo puedes descubrir lo que hay tras él. Si quieres recordarlo, entra aquí para leerlo >EN LA TIERRA SAGRADA ,TE ENCONTRARÁS.
No sé lo que ocurrió, bueno, tal vez sí…, lo cierto es que me sentí bien, relajada.
Cuando solté los miedos, empecé a escuchar a los pajarillos, la neblina se alzó y débilmente empezó a filtrarse El Sol entre aquel paisaje solitario...
Salí de la senda y allí me esperaba mi compañero que me hizo esta foto. Me dijo que comenzaba a preocuparse por mi tardanza, pero para mí, apenas pasaron unos instantes desde que me adentré por ese camino.
Lo cierto es que salí de allí segura de mi misma, sin presión en el pecho, sin miedo en la mirada, tranquilamente sosegada.
©Luhema
De esto ya hace un tiempo, y creo que es bonito compartirlo ya que ayer puse un post sobre "el silencio de tu mundo sensorial " y cómo puedes descubrir lo que hay tras él. Si quieres recordarlo, entra aquí para leerlo >EN LA TIERRA SAGRADA ,TE ENCONTRARÁS.
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