No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Desde la postura de observador, puedo contemplar que todavía hay muchas personas que se sienten ofendidas, heridas o resentidas; están siempre a la defensiva con todos y con todo lo que la vida les trae.
Cuando dejas a un lado todas las posturas egóicas, que te conducen a transformar las circunstancias en causa de agravio porque no son como tú las concibes o crees que son, automáticamente te relajas y comprendes, comprendes que no todo gira alrededor de ti y tu sufrimiento.
El resentimiento es debido a la interpretación que haces de las cosas según es tu estado interno, tus normas morales, sociales, culturales o religiosas. Y como esto es un círculo vicioso, si siempre estás juzgando las cosas seguirás en esa misma tesitura y no dejarás opción a nada más, a otra visión más elevada, amplia y comprensiva de las cosas o situaciones.
Ofenderse fácilmente es síntoma de poca paz interior y de no reconocer que cualquier cosa que se acerca a tu vida es una oportunidad para amar y desprenderse de ataduras sin sentido.
El instinto de preservar tanto tus opiniones, como lo que crees que te pertenece, hace que marques bien tu propio territorio y al considerar el mundo como un lugar inseguro lleno de hostilidades y lleno de personas que van a “jugártela”, reaccionas siempre de este modo, con la actitud defensiva que proviene del miedo a ser herido por los demás, o miedo a perder credibilidad ante los demás…, en definitiva, miedo a ver desde otra perspectiva todas las realidades posibles y que son desconocidas o distintas.
Normalmente tras esa actitud de defensa se encuentra una persona que se siente débil, insegura, aunque su apariencia refleje todo lo contrario. También buscan aliados para reforzar su actitud, creando así una polaridad muy remarcada, (el que está conmigo o contra mí).
Normalmente tras esa actitud de defensa se encuentra una persona que se siente débil, insegura, aunque su apariencia refleje todo lo contrario. También buscan aliados para reforzar su actitud, creando así una polaridad muy remarcada, (el que está conmigo o contra mí).
Estar a la defensiva significa
reaccionar en el presente
con la carga del pasado
y anticipando una amenaza futura.
Ser consciente de esta actitud significa cuestionarse y aprender a comunicarse de manera más clara expresando lo que te disgusta, expresando lo que eres desde una relación abierta y confiada, en la que el otro se sienta tranquilo y también pueda expresarse con total amplitud.
©Luhema
Gracias, LUHEMA, por compartir tu sabiduría.
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