No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Tal día como hoy de
hace un año, estuve en un bello lugar, en la península de Yucatán. Un enclave
muy especial, lleno de sorpresas que salieron a mi encuentro. Pero aunque no os
lo creáis las sorpresas no fueron los lugares sagrados que visité, sino lo que
asomó con fuerza desde mi interior. Parece que todo el ambiente que respiré,
todo lo que sentí, todo aquello que mis
ojos contemplaron fue el detonante que abrió la ventana de mi alma de par en
par, una ventana ancestral, muy recóndita que tenía lecciones muy importantes
que mostrarme.
Hoy entendí que quizá
un día allí, justo allí, planté unas semillas con el firme propósito de recoger sus frutos,
semillas que germinaron con el paso de los días, con el transcurrir de los años
y de los siglos, y fue cuando esas
semillas estuvieron listas que lanzaron el mensaje al viento y, guiada por una
fuerte atracción hacia aquellas sagradas
tierras lejanas me presenté sin saber por
qué, ni para qué, pero sí muy
emocionada y agradecida a la vida y al universo por estar
viviendo aquellos momentos únicos .
Alcé mis brazos, abrí mi pecho, respiré profundo y dejé que
el Sol me bañara por completo, temple mi corazón y este se abrió desde la
expresión más profunda, desde el reconocimiento de lo eterno. Y fui consciente
en ese justo momento, plenamente consciente de la alquimia que se produjo en mi
ser, de la esencia de la unicidad, y todo cobró sentido, me uní a la vida, a la
tierra, a la selva, a las piedras, a los animales, a las gentes, a lo próximo, a lo lejano, a la noche y al día, a lo eterno,
a lo infinito, al tiempo y al no tiempo, y el sol que apareció en mi corazón en
ese microsegundo se hizo “uno con el Sol
y con la vida, y yo con él” iradiando amor.
Por suerte he podido experimentar muchas vivencias místicas, iniciáticas, chamánicas, pero ésta, y la que me llevó a un trance total con los derviches, son inolvidables, ya que forman parte de mí a nivel celular. Y ahora que lo pienso, el Sol ha tenido mucho que ver.
Por suerte he podido experimentar muchas vivencias místicas, iniciáticas, chamánicas, pero ésta, y la que me llevó a un trance total con los derviches, son inolvidables, ya que forman parte de mí a nivel celular. Y ahora que lo pienso, el Sol ha tenido mucho que ver.
Lo resumo muy brevemente, una apertura del corazón sin
precedentes, preciosa, de limpieza, de alegría, de plenitud y de humildad, de
conocimiento de lo esencial, de visión ampliada de la vida. (Tengo que decir, y
esto daría para una conferencia, que he tenido aperturas del corazón muy
fuertes en el sentido de ser desgarradoras
y dolorosas, necesarias diría yo para sanar) Hoy, un año después, sé lo
que ocurrió. Un viaje hacia un recuerdo necesario para comprender, fueron
todos los días, días de conexión y
consciencia plena, arraigo a la Tierra y
apertura del corazón como jamás experimenté.
Fue sanador, urgente para crecer. Y esta experiencia no tuvo lugar en la ciudad de Teotihucán, ni en el templo de Quetzalcoalt , ni en la pirámide del Sol o de la Luna, ni en Chichén Itzá, ni en el recinto de la monjas, ni en Tulum, ni en los cenotes. No, aunque en todos esos lugares pude experimentar otras cosas que un día contaré. La experiencia que más me marcó fue en Ek-Balam, un lugar poco frecuentado por los turistas, aunque ahora está más en auge, y en un momento de soledad en lo alto de la acrópolis de Ek- Balam sentí la ausencia y la presencia, el roce y la brisa cálida.
Fue sanador, urgente para crecer. Y esta experiencia no tuvo lugar en la ciudad de Teotihucán, ni en el templo de Quetzalcoalt , ni en la pirámide del Sol o de la Luna, ni en Chichén Itzá, ni en el recinto de la monjas, ni en Tulum, ni en los cenotes. No, aunque en todos esos lugares pude experimentar otras cosas que un día contaré. La experiencia que más me marcó fue en Ek-Balam, un lugar poco frecuentado por los turistas, aunque ahora está más en auge, y en un momento de soledad en lo alto de la acrópolis de Ek- Balam sentí la ausencia y la presencia, el roce y la brisa cálida.
Solo el Sol, la selva y mi corazón latiendo con vigor pero
con el ritmo armónico justo. Allí me
sentí más acompañada que nunca, aparecieron un sinfín de destellantes luces plateadas,
azules, violetas que me envolvieron, que se adentraron en mí y me elevaron hasta
el horizonte, allí recogí la información que ahora estoy leyendo y descodificando.
Solo puedo decir que vuelvo allí cada vez que necesito unirme a la vida con
plena consciencia y apertura de mi ser.
Puede que muchos piensen, esta tía está
loca, y puede que así sea, pero esa locura- cura el alma y me trae de vuelta
para comprender más al ser humano con sus defectos y con sus virtudes y me
hacer ver desde un punto de vista distinto, desde otra perspectiva que diría yo, está más próxima al ser divino que somos.
©Luhema
gracias como siempre por compartir, y si esta tía está loca me uno a la maravillosa locura del SER, mil gracias amor, por estar siempre ahí
ResponderEliminarbesos gigantes
andrea