No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Puede que tras una profunda crisis ya sea emocional o de otra índole nos volvamos más capaces de ver o de percibir cómo pueden estar pasándolo otras personas con el simple hecho de mirar, mirar sus ojos, mirar lo que hay tras una sonrisa forzada, puede que nos convirtamos en lectores de corazones ajenos sin que nadie más se dé cuenta de ello.
Reconocemos el dolor, las contracturas del alma, el peso que cada uno lleva a sus espaldas y ante esa percepción amarga pero sincera que vemos, la vida se trasforma en nosotros y nos devuelve la humildad, la humanidad, la ternura, y la generosa y cálida caricia que nos hace ser más humanos dentro de un mundo en el que pocos se preocupan de cómo te sientes, de cómo se siente el que tienes al lado, o el que está a cuatro horas de avión viviendo un infierno.
©Luhema
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