No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
LA PERCEPCIÓN
Hay algo muy especial entre las mujeres que hace que sean distintas a sus compañeros, los hombres, y es la sutileza de la percepción.
Casi todas las mujeres pueden apreciar el más mínimo cambio de actitud o de humor de otra persona con tan sólo permanecer abiertas a los impulsos que la rodean, es capaz de leer el rostro, leer el corazón y los ojos de la persona que esté a su lado.
Ese don es muy primitivo, es algo muy ancestral que se remonta inclusive a antes del lenguaje. Hoy hay muchas mujeres que están recuperando esa percepción. Sin embargo, esta misma apertura de información, puede hacer que sus límites sean vulnerables porque empatiza en silencio y absorbe por así decirlo el sufrimiento o la emoción de la otra persona. Son vínculos y lazos que pueden dejarlas expuestas a lesiones del espíritu, lo que significa que la mujer que percibe estas señales del instinto primitivo, tiene que saber a su vez, digerir y traspasar tanto la emoción, el dolor o la cólera etc…, que pueda percibir de la otra persona y, abandonar el sobrecogimiento que le pueda producir dicha información, para volverse flexible a la vez que resistente.
Este aprendizaje lo que pretende es enseñar a permanecer sin juicios de ningún tipo, elevando la energía circundante y sin que por ello cedamos nuestras fuerzas o alimentemos con nuestra empatía la densidad que arrastra la otra persona.
©LUHEMA
Publicado el 13 /9/2012 en luhema.wordpress.com
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