No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
(Diapositiva de la conferencia El Conocimiento consciente de tus propias emociones- Luhema)
Gran parte de la frustración del ser humano es porque no puede expresar lo que lleva dentro y en un momento determinado de la vida, si no lo hace, si no comienza a permitirse a sí mismo descubrir sus tesoros, inconscientemente comienza a cambiar su actitud volviéndose más irascible e irritado. Muchas veces se buscan excusas fisiológicas para culpabilizar ciertos comportamientos, pero lo cierto es que nuestras necesidades del alma tienen que ser atendidas tarde o temprano.
Todos somos expertos y únicos en nuestro don y eso está ligado a nuestra esencia. En concreto, más mujeres que hombres me dicen que les encantaría hacer cosas que no han podido hacer porque sus quehaceres o las circunstancias no les dejaron. Otras dicen que apenas tienen tiempo de conectar con sus talentos porque están dedicadas en cuerpo y alma a la casa, a la limpieza, a sus hijos, al marido, y que todo eso y su familia requieren de su atención continua y así es y así lo piensan muchas de ellas.
Quizá nuestras ocupaciones sean una forma sutil de aplazar decisiones que nos mantienen alejados de lo que hay que hacer realmente. O quizá para muchas mujeres sea esa su forma de conectar con sus talentos. Pero si te das cuenta que tu carácter se está agriando, es que algo sucede, piensa el por qué y toma este apunte como una posibilidad.
-¿Tu enfado es porque no encuentras ese momento de conexión contigo misma?
Creo que los hijos o el marido o la familia, no se van a quejar porque te cuides, te mimes, te concedas un descanso o dediques parte de tu vida a cultiv-arte, expres-arte, deleit-arte, en fin… a atender tus necesidades del alma-arte, amarte.
Seguramente para comenzar a cambiar eso, tengamos que desaprender la lección que tan bien aprendimos en su día, como que dedicarse a otra cosa que no nos aporte remuneración es perder el tiempo y robárselo a los tuyos, y eso nos hace sentir mal y creer que no estamos cumpliendo con nuestra obligación.
Además otra de las premisas importantes de “la buena ama de casa” es que únicamente podemos dedicarnos a nuestros “gustos” después de hacer las mil y una tareas de la casa. “Y no podemos delegar, porque somos perfectas” y nadie de nuestra familia sabe hacerlo como queremos.
Para nosotras supone un cansancio extra el tener que explicar cómo se hacen las cosas para que un hogar esté en perfecto estado de revista y, preferimos mil veces hacerlo nosotras, ¿o no es cierto esto?
Las tareas de la casa nunca jamás acaban y cada día cuando nos levantamos parece que hay muchas más cosas que hacer que cuando nos acostamos cansadísimas de tanto que hemos organizado, limpiado, lavado, planchado, cocinado, atendido etc…,
Y dónde estás tú ¿qué has hecho por ti? ¿Te has permitido encontrar tu espacio?
Las tareas del hogar siempre requerirán de toda la atención, nos robarán nuestro deseo, o quizá no y te sientas muy feliz .De acuerdo, puede que sea tu don, cuidar del hogar, y no desmerezco en absoluto esa entrega de amor, todo lo contrario, es muy admirable. Aunque si sientes en algún momento de tu vida que te ahogas…, busca cómo respirar otros aires que te renueven por dentro, haz cosas distintas, no guardes las apariencias, escucha la antigua sabiduría que te rodea.
Dedicarse a potenciar tus talentos no es capricho, no es un pasatiempo, es una cura para el alma, te desconecta de tener un comportamiento inhumano y te da la oportunidad de romper una cadena de obligaciones autoimpuestas por ti, por la sociedad, por las circunstancias, da lo mismo por quién. Y permite que tu familia conozca a esa persona que eres; sabia, maga, creativa, alegre y cariñosa que llevas dentro.
Las mujeres que trabajan desde su casa o que escriben, tiene que gestionar su tiempo y su espacio para conectar con la creatividad de su alma. Esas mujeres tienen que romper con el dictamen de primero las obligaciones de la casa y después lo demás, pero para cuando está todo perfecto, estamos demasiado cansadas para pintar, para leer, para bordar, para escribir, para imaginar, para bailar, para tener sexo…
Así que si no te gusta estar todo el santo día quejándote, o enfadadísima, no te quedará otra que revisar esto, tu tiempo, pero para ti, activando aunque sea un momentito al día para centrarte, percibirte, respirarte. Permítete eso, seguro que no le haces daño a nadie y te sientes mejor contigo misma y con los demás.
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Begoña Beneito
©Luhema
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