No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Aquél que se encuentra sumergido únicamente en las satisfacciones que le produce la vida material, se vuelve adicto al deseo; deseo por tener, deseo de ser, deseo de llegar a…
Vivir en el deseo puede llegar a convertirte
en una persona dependiente, frustrada, obsesionada y alejada de ti.
Muchos se aferran a sus bienes materiales porque les ha costado mucho conseguirlos, otros porque es lo único que les satisface, y así de clara actúa nuestra parte racional. Pero ser adictos al deseo, otorga más poder al hemisferio izquierdo de nuestro cerebro e invalida paulatinamente su parte opuesta, la parte creativa, la porción de ensoñación que se activa desde la parte derecha de cerebro conectada con el corazón, por lo tanto, el deseo se convierte en una forma enfermiza de vivir dependiente de normas, de posesiones, de personas, y al final, se transforma en obsesión y sufrimiento ya que todo aquello que se construye o edifica únicamente desde a mente inferior, nos lleva a insuflar el ego y a crear una individualidad insana desvinculada del "Todo", y desarmonizada.
Por ello, hay que dejar esos lazos insanos que produce el deseo, y comenzar a trabajar con visualizaciones, meditaciones activas, relajaciones e introspecciones para ver lo que nos está lastimando en nuestra vida y, modificarlo.
©LUHEMA
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