No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
De siempre he tenido una atracción y al mismo tiempo turbación a la hora de entrar en un laberinto. Adentrarse en el espacio del laberinto, es una acción muy singular, un acto físico que te conecta con lo más arcaico, con la multidimensionalidad y también con los miedos más profundos anidados en el cerebro reptil ( el subconsciente).
El mito del laberinto late en lo más profundo de la naturaleza humana, y representa el reflejo del miedo y la desorientación del ser humano aludiendo a la misma caída del hombre en la materia, así que el propio laberinto antes que el miedo a la muerte, evocaría el miedo a los entresijos de la vida.
Las fábulas, las leyendas, las novelas, las películas, han recreado este espacio como un lugar cargado de simbolismo iniciatico, en el que la decisión de elegir ir por un camino u otro es primordial para no encontrarte con los peligros que salen a tu acecho dentro del los similares recorridos y que tienes que vencer. O sea, hay que tomar la decisión de entrar (estar vivo), vencer los peligros que salen a tu encuentro (miedos disfrazados de muchas cosas diferentes) y llegar al centro (recobrar el poder) y después salir, encontrar la salida con el aprendizaje de la vida ( el triunfo sobre la oscuridad más profunda)
Al principio puede parecerte hasta divertido, pero conforme te vas enredando en él, te agobias y surgen todos tus temores. El temor de perderte, de no encontrar la salida, de no saber lo que va a ocurrir… etc.
En realidad la forma laberíntica es uno de los caminos de iniciación que sólo los más valientes, los que confían en sí mismo, los que van ligeros de equipaje, pueden superar. Pero a parte de eso, los laberintos guardan la entrada a una puerta, una puerta que puedes descubrir cuando das muerte a todos los miedos (el minotauro)
Por estas cosas del “azar” y repasando las fotos de este verano, vi esta fotografía en la que estoy en el laberinto rectangular de cristal en Arco dela Defensaen París, en realidad este hipercubo o teseracto está perfectamente alineado con el Arco del Triunfo, los Campos Elíseos y el Obelisco de la Plaza de la Concordia, el jardín de las Tullerías, el Arco del Carrusel y la pirámide de cristal del Museo de Louvre. Todo este recorrido simboliza una estructura de puntos energéticos digna de estudio. El Arco de la Defensa es la puerta de acceso a lo interno y simboliza la entrada al primer chackra, que es la vinculación con la Tierra, con la posesión, con la fuerza original, con el mundo físico, su color es el rojo (la reina roja del mago de Oz), es la inagotable energía de la Kundalini, es el punto de nuestro sistema de circulación, donde se asienta el subconsciente, y en este lugar en París es desde donde se guarda todo el poder financiero de la ciudad y del país, la sede de los grandes bancos y empresas financieras más importantes de Francia. ¿Casual su ubicación?. No, yo diría que no. Esta ciudad está gestionada totalmente desde un simbolismo muy particular, por no decir otra cosa. El laberinto que hay dentro del Arco de la Défense, pasa desapercibido ante la gran obra, pero desde su simbolismo es que guarda la llave que regenta el poder. ¿Te atreves a entrar y ver que sucede?
Artículo de Luhema
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