No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
El mundo sensorial nos estimula la mente con infinidad de sensaciones, explosión de colores, acumulación de emociones, recuerdos del pasado e impregnación de olores que nos recuerdan a…, toda una borrachera de sensaciones y fuegos de artificio que nos instalan en un estado emocional exaltado y eso nos da “vidilla”, nos saca de la monotonía cotidiana. Un carrusel de emociones que nos mantiene entretenidos, inmersos en el círculo de experiencias de vida sin poder aquietar la mente. Pero cuando ya te has cansado de dar vueltas y más vueltas en ese carrusel, ya no te parece tan interesante y divertida la experiencia, necesitas bajarte, salir.
Subirse al carrusel de la vida, está bien, es divertido y excitante, por un tiempo, aunque lo que nos libera, lo que importa más allá del ruido, del bullicio, de las emociones fuertes, es el silencio, y éste sólo se percibe cuando se aplaca la agitación de los sentidos.
Transitar este territorio, EL SILENCIO, es para aquellos que buscan lo eterno más allá de lo aparente sin dejarse arrastrar por los destellos preciosos y brillantes pero efímeros de la mente ilusoria, del carrusel de la vida.
©LUHEMA
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