No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
LA CIUDAD DE LOS MUERTOS EN EL CAIRO.
Si hay un lugar en el que los
vivos conviven con los muertos es en esta ciudad. El Cairo.
“La ciudad de los muertos”
impacta, a primera vista es desconcertante y lo primero que te dicen al llegar
a el Cairo y sobre todo a los turistas,
que es lugar peligroso, y bueno, uno se
encoje y piensa o imagina un sinfín de
cosas que le pueden ocurrir allí, desde lo más surrealista a lo más inverosímil, por eso casi ningún
viajero baja del autobús para visitar esta ciudad de los muertos llamada
“Arafa” pero vale la pena visitar un lugar como éste, os lo aseguro.
¿Y “ciudad de los muertos” por qué?- Porque
esta necrópolis se ha convertido en metrópolis, ya que allí entre las tumbas
vive gente. Se trata de un cementerio
musulmán en el que se encuentran, entre muchas otras, las tumbas reales de los
mamelucos.
Nosotros los occidentales tenemos
un concepto diferente de la muerte, del cementerio. Los egipcios conservan
muchos de los ritos de la muerte y uno de ellos es el construir unos recintos o
habitaciones dónde los familiares puedan acompañar o velar al muerto y con ello el duelo de 40
días. Y este espacio se ha ido habilitando como hogar de muchos egipcios, que
fueron desalojados del Canal de Suez y de
la península del Sinaí en la que vivían, por el ejército israelí en “la guerra
de los seis días” en 1967, y al ver
muchos de ellos que no podían acceder a una vivienda, llegaron a un acuerdo con
los propietarios de las tumbas, cuidándolas y manteniéndolas limpias y en buen estado, y usándolas así como viviendas.
Sobre dos millones de habitantes
viven en esta ciudad de los muertos, sí señores, una gran cantidad de familias
viven entre tumbas y mausoleos. Este lugar está situado a espaldas de la
Ciudadela de Saladino en pleno centro de el Cairo ,y es tremendamente enorme,
con calles sin asfaltar, con perros callejeros, niños jugando entre las tumbas, mujeres
barriendo los mausoleos o las entradas a sus casas, los burritos arrastrando
carros, el cableado eléctrico cruzando las calles, los ancianos sentados a la
sombra de la casa, las cabras a sus anchas…, en fin, es una estampa difícil de olvidar para
el que la ha contemplado.
Dicen que allí está mucha de la
delincuencia de la ciudad de las pirámides, pero yo digo;- como en todas partes
hay gente buena y menos buena.
Muchos de nosotros seríamos
incapaces de montar nuestro hogar en las mismas tumbas de desconocidos por
pudor social, por miedo, por ser de una cultura que no admitiría esto porque
vive a espaldas de la muerte. Pero lo cierto es que muchos cairotas han hecho
su hogar en ese cementerio, han creado también sus comercios. Orfebres,
panaderos, peleteros…, trabajan junto a
su hogar y junto al descanso eterno de
otros. Allí comen, rezan y aman. Y por si fuera poco allí hay un dicho que dice:
“A los muertos no se les teme. Los únicos
que pueden hacer daño son los vivos"
A una ciudad que amo, EL CAIRO
LUHEMA.
Artículo publicado en la revista digital “Letras y Algo Más” del mes de Febrero de 2013.
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