No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Sí, vas a terminar decepcionándote si piensas que harán lo mismo por ti, lo mismo que tú haces por ellos. En realidad cuando haces algo por los demás no pensamos que deban de correspondernos, pero hay algo muy primitivo adiestrado por nuestro ego que nos induce a pensar que si damos, también recibiremos, y no siempre eso ocurre de la forma que deseamos.
La ley universal de dar y recibir no siempre es recíproca de la forma en la que se espera, porque damos por sentado que si “damos “por ejemplo (cariño, afecto, dinero, ayuda, consejo, atención, compañía etc…) a una persona en concreto, está en la obligación de correspondernos, y esto en muchas ocasiones no es así.
La decepción llega cuando el ego se pone en acción y nos nubla la vista. Esperamos ser correspondidos y nuestra balanza piensa que están siendo injustos con nosotros, pues deliberamos que nosotros damos más de lo que recibimos.
Y ahora te hago esta reflexión y te lanzo estas preguntas;
- ¿De verdad piensas que eso es cierto, que no recibes?- Puedes no sentirte correspondido por esa persona que tienes en mente, pero mira a tu alrededor y recapacita, y preocúpate por lo que das, no por lo que recibes porque el universo siempre fluye con esta ley
- ¿Seguro que no has recibido nada? Cuando das, tu intención es la de generar felicidad, así que si tú das felicidad también la generas en ti, no te dejes llevar por el ego que manipula tus sentimientos y recibirás en abundancia.
Recuerda que el que da lo que hay en su corazón no está obligado a más, y esa persona se puede considerar inmensamente rica y conectada con su esencia, con el caudal infinito de conocimiento, así que siempre tendrá algo que dar, únicamente tendrá que dejarlo salir.
Un sabio dijo:
Vas a terminar decepcionado si piensas que harán lo mismo por ti,
lo mismo que tu haces por ellos.
Porque no todos tienen el mismo corazón,
ni piensan cono tú,
ni miden la vida con la misma balanza.
© Luhema
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