No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Pamukkale es una localidad situada en la mitad occidental de Turquía, célebre por sus aguas termales ricas en minerales que emanan de terrazas de roca travertina blanca.
Linda con Hierápolis, una antigua ciudad balneario que se fundó alrededor del año 190 a. C.
Hace muy poquito tiempo salió a la luz que en Turquía, concretamente muy cerquita de las visitadas cascadas de Pamukkale se ha encontrado una de tantas Puertas del Hades o Puertas del inframundo; las llamadas plutonías o La puerta de Plutón (el reino de Hades es la neblina, la morada de los muertos). Las fuentes históricas ubican el sitio en la antigua ciudad de Hierápolis, Frigia, ahora llamada Pamukkale, y se describe su apertura como llena de vapores letales mefíticos.
Hace un tiempo estuve concretamente, por esa parte del país y pude descubrir que en aquella zona había un remanente energético muy distinto a la de otros lugares. Transitar por la ciudad de Hierápolis, me produjo mentalmente un nexo de unión con otros lugares del planeta de similar vibración.
A colación de este tema, quiero aportar una experiencia propia, mi particular plutonía o bajada a los infiernos que curiosamente ocurrió por primera vez cuando visité el templo de Kom-Ombo (Egipto) y por segunda en Pamukkale (Turquía). Esas dos fueron las más brutales , reveladoras, intensas y aleccionadoras, nunca imaginé poder tener una sensación física de ese calado (un día os las contaré con detalle), más tarde pude entender que todo iniciado tiene como punto medio de su evolución la bajada a los infiernos, una prueba en firme a la que uno en determinado momento puntual debe enfrentarse solo.
Conozco casos de personas que tras haber visitado o viajado a algún lugar, por ejemplo, Benarés ( India), y ha podido ver y respirar todo lo que allí había y bajado las escalinatas hasta llegar a las orillas del Ganges pudiendo ver las cremaciones de los cadáveres, los baños rituales, etc…, ha cambiado, ha abierto las puertas de la percepción, ha muerto y ha vuelto a subir las mismas escaleras siendo otra persona que nada tuvo que ver con la que bajó «a su particular Hades».
Sé que la vida pone a muchas personas en esa misma tesitura; «la bajada a los infiernos» sobre todo cuando la droga o cualquier adicción se apodera de lo cotidiano, cuando se pasa por momentos duros de enfermedad, de economía o de pérdida de un ser querido, cuando hay pensamientos suicidas, pero también cuando hay que dar muerte a una forma de pensamiento por ejemplo. Hay muchos momentos en transcurrir de la vida que te arrastran hacia las mismas puertas del Hades, desde dónde ya no se vuelve; por lo menos, de la misma forma como se ha entrado. Quizá porque la permanencia en ese mundo subterráneo, ese tocar fondo, paradójicamente, es como la caída de la venda de los ojos, y el impulso que se necesita para salir de ahí y sobrevivir , lamentablemente nace de la consciencia de la propia oscuridad.
©Luhema
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