No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Escriba sentado. Museo del Louvre, París.
La sátira de los oficios. Un texto que ensalza a los escribas por encima de otra profesión, en una población en la que pocos sabían leer y escribir, además a los escribas se les enseñaba matemáticas, que debían aplicar en muchas ocasiones y tareas, y viajaban por todo el país de Egipto. También se les instruía dentro del ámbito del palacio en la lengua acadia y la escritura cuneiforme. Su asistencia era esencial para cualquier actividad administrativa y tenían que dejar testimonio por escrito. Su educación se llevaba a cabo en las llamadas «Casas de la Vida» donde se custodiaban los textos necesarios para el desarrollo de la actividad religiosa y cotidiana.
La sátira de los oficios
He visto a los que fueron llamados al trabajo. Mira, nada hay mejor que los libros, son como un barco en el agua… No he visto función comparable a esta. Voy a hacer que ames los escritos más que a tu madre, voy a presentar tus bondades ante ti. Es más grande que cualquier otra función; no existe en la Tierra su igual. Cuando el escriba aún no es más que un niño, ya comienza a florecer. Se le saluda, es enviado a realizar misiones. Cuando aún no ha alcanzado la edad ya lleva faldellín. Nunca vi a un escultor como mensajero, ni que un orfebre fuera enviado… Mira, no hay profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado.
Escriba sentado. Museo Egipcio del Cairo
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