No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
(Foto de Luhema)
No hace mucho y por casualidad, en un libro basado en las experiencias y testimonios de personas que reviven una vida anterior en el entorno familiar de Jesús, en la Palestina del siglo I, de José Antonio Campaña, leí lo siguiente; Juan bautizando a orillas del río Jordán : —el ave planeó suavemente hacia el joven, y tras situarse a su espalda, extendió sus alas y le abrazó con amorosa ternura,. Me vinieron a la memoria las estatuas de los faraones, cuyas efigies aparecen habitualmente representadas con el dios Horus a la espalda, el halcón solar que insufla su hálito a los hijos de Osiris—
Rápidamente me fui a buscar en mi archivo de fotos de Egipto ésta, una de las tantas estatuas sedentes de Kefrén o de Jafra que a mí personalmente más me ha impresionado siempre. Fue tallada en el 2550 -2480 a.C, está esculpida en un único bloque de roca diorita, de brillante color negro y de extrema dureza y su mirada hierática hacia el infinito es hipnótica y, siempre me he preguntado qué le estaba sucediendo, qué mensaje para la eternidad quería dejar ya que toda ella es un símbolo del poder de Kefrén que fue el cuarto faraón de la IV dinastía. Hay muchos detalles en ella; en sus manos, en el trono cúbico sobre el que se sienta con dos cuerpos de leonas, los emblemas de la unión de las dos tierras y lo que más me atrae es el dios Horus, representado como un halcón con anillo Shen resguardando la parte posterior de la cabeza con sus las extendidas. Su simbolismo, la protección. Horus representa la conciencia y la voluntad, y se
identifica con el corazón.
La Iglesia Católica siempre ha hecho gran énfasis en el sacramento del Bautismo, al creer que a través del mismo el alma se limpia del pecado original, y la persona se convierte en hija o hijo de Dios que nos protege y hereda la vida eterna. Siempre he pensado que la Iglesia Católica y el cristianismo ha bebido de las fuentes de la ancestral magia egipcia y el culto a Osiris, aunque explicar esto daría para una tesis, de hecho, en mi libro El Gran Libro de la Muerte, vemos el gran paralelismo en mucha de la iconografía que se representa en el arte litúrgico con la cosmogonía egipcia. Pero bueno, esta es una pequeña curiosidad que os he querido trasmitir sin profundizar mucho más en el tema.
Con respecto al libro Las Semillas de Cristo, puedes creer o no lo que se expone, pero es un experimento que por lo menos hay que tener en cuenta por el desarrollo de los acontecimientos.
Begoña Beneito Luhema
(Foto de Luhema)
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